No todo es oro

Ando por el delgado filo del alambre, pero el precipicio se me ofrece acogedor.
La ropa me quema, apenas respiro aunque las mañanas saben mejor con mi nueva cafetera.
Las noches en vela, en vilo, me acuerdo que el médico me recetó unas gotas de locura.
El silencio me roba el tiempo que no tengo, y las palabras se me escapan y huyen al país de las palabras que nunca debí pronunciar.
Las distancias y los peces nadan a contracorriente.
Mi futuro también.

(Últimament tinc menys temps del que voldria per a passar pels vostres racons. No us penseu que us tinc abandonats, però disculpeu-me si amb prou feines hi deixo comentaris!)