Me quedan unas pocas horas (en realidad una semana) para dejar de pertenecer, por lo menos hasta la próxima, al gremio de libreros. Aunque no sé si hay mucho de artesanal en ello, el contacto con la gente rodeado de libros y guías es siempre entretenido. La fauna que visita, lee y a veces hasta compra libros en la librería es curiosa, a veces gratamente divertida y sorprendente, otras no tanto. Desde la señora que escondía libros detrás de las estanterías y días después no recordaba en cual de ellas a todos los que pretenden encontrar libros con descripciones tan acuradas como "es uno con la tapa azul, que me compré hace años y me gustaba mucho, y lo he perdido. No recuerdo el autor, ni el título, ni mucho menos la editorial, pero era muy bueno, y
creo que me lo compré aquí. Sabes cual digo?". (y no, no sé cual era! porque en estos casos muchas veces ni la tapa era azul...)
Han pasado muchísimas caras delante de mi estos últimos meses. Muchas preguntas y muchos consejos. A la mayoría ya ni los recuerdo. A algunas otras (personas y/o preguntas) no las voy a olvidar.
Lo mejor, cuando alguién regresaba y te decía, con una sonrisa en la cara, que esa guía o ese libro que le recomendaste le había ido de maravilla. O cuando le encontrabas a aquella persona el libro que estaba buscando y que no encontraba en ninguna parte. Y los encuentros casuales. Daría para un capítulo aparte...
Pero con lo que me quedo, sin duda, aquellos con los que he compartido todas estas horas. Aunque alguna vez subieran un carro de libros para ordenar a cinco minutos para cerrar, los compañeros, cómplices de los buenos y los malos momentos, de encuentros y desencuentros.
Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos.
No lo duden.